Aburrirse en Bangkok es imposible. Más allá de visitas imprescindibles para una primera vez, como pasear el Gran Palacio, ver atardecer en Wat Arun o aprender de la seda en la Casa de Jim Thompsom, Bangkok es una ciudad para pasarlo de vicio, así que te cuento los siete pecados capitales tailandeses en los que de seguro te dejarás enredar. Mis 7 top que hacer en Bangkok.
GULA: comida con postre incluido por dos euros en Khao San Road
PEREZA: masaje en la Escuela Tradicional más antigua de Tailandia en Wat Pho
IRA: combate de Muay Thai o boxeo tailandés
ENVIDIA coCHINA en Chinatown
AVARICIA: cómo (no) volverse loco con las compras
SOBERBIA: sé de la jet set tomando un cóctel con vistas a los rascacielos
LUJURIA: bailes subidos de tono en Soi Cowboy

Aprovecho para dejaros por aquí mi guía con todos los imprescindibles que visitar en Tailandia en una primera vez. No te pierdas nada.
Siete mejores planes que hacer en Bangkok
Gula: comida con postre incluido por dos euros en Khao San Road
Está claro que no hay nadie que visite Bangkok y no ponga un pie en la caótica Khao San Road, calle repleta de bares, hostels y gente. Llena de luces y tránsito, debo decir que en cierto modo esperaba más de ella, no llegamos a conectar plenamente; no obstante es de paso obligado y una de las zonas más baratas de la ciudad.
Ya una vez en ella, sí, lo de comer escorpiones y tarántulas esta muy bien, pero pedirte un pad thai, (el plato tailandés por excelencia, hecho en directo en wok, con fideos de arroz al huevo, diferentes salsas, verduras y carne, riquísimo), te costará 40 bahts (1 euro) en cualquiera de los puestos callejeros, y eso sí que está delicioso. Nosotras nos decantamos por uno llamado Boom Pad Thai, ¡rico, rico y abundante!.

Después, uno de mis descubrimientos gastronómicos tailandeses: coco con helado, leche de coco, sirope y cacahuetes, sencillo y maravilloso por sólo otro eurito.

Con ese sabor y esos precios, ¡cómo no cebarse!
Una buena idea puede ser hacer este tour gastronómico en uno de los barrios más tradicionales de la ciudad.
Pereza: masaje en la Escuela Tradicional más antigua de Tailandia en Wat Pho
Huelga decir que en la capital de Tailandia hay muchísimos templos bastante impactantes. Wat Pho diría que fue mi favorito. No tan masificado como los del Gran Palacio, pero bastante coqueto y tranquilo, con su fuente (que te aleja de la locura de la calle) y por supuesto su famosísimo Buda Reclinado, de 46 metros de largo y 15 de alto, grande ¿eh?

Pero más allá de eso, dentro del complejo del templo se encuentra la Escuela Tradicional de Masajes Tailandeses, la más antigua del país, donde antaño se enseñaba también medicina. Si bien es cierto que su precio es más elevado que en la mayoría de lugares de la calle (250 bahts por media hora), es un capricho que debe uno permitirse. La experiencia es fantástica, sales súper relajado y al final (feliz) te dan un té helado que acabará de recomponerte antes de enfrentarte de nuevo al húmedo calor del sudeste asiático.
Por cierto, de los masajes tailandeses dicen que si no cruje y duele es que no son buenos :P.

Ira: combate de Muay Thai o boxeo tailandés
El deporte que simboliza a Tailandia es sin duda el Muay Thai, una especie de boxeo o lucha de contacto, empleando brazos y piernas para provocar defensa y ataque, que es extremadamente popular en el país.
No son pocos los estadios que ofrecen espectáculos de pago, sin embargo, si quieres verlos gratis, a las 6 cada tarde en el centro comercial MBK hacen demostraciones gratuitas. A nosotras sólo nos dio tiempo a verlas de lejos desde el tuk tuk, pero en Koh Tao vivimos un entrenamiento en directo.
Si queréis asistir a un verdadero espectáculo de Muay Thai podéis comprar las entradas aquí.

Envidia coCHINA en Chinatown
¡¡2 países en 1!! Tras un breve paseo en barco o en un fugaz tuk tuk, en un chasquido te parecerá que estás en China al entrar por Yawoarat Road, epicentro del barrio Chino bangkokiano. Los miles de carteles de luces cegadoras, igual de inteligibles que los tailandeses, tienen ahora caracteres chinos. Las banderillas de colores han dado paso a farolillos o linternas de papel rojas, y el ruido y el brillo te hará sentir en «Las Vegas» al estilo asiático.

Diviértete mirando a tu alrededor, sobre todo disfruta del espectáculo gastronómico en directo: sopa de nido de pájaro (sí sí, de nido nido), platos con aleta de tiburón (que según dicen es un afrodisíaco), cocineros cortando verduras a una velocidad apabulllante, friegaplatos bastándose de un bidón con agua más que reutilizada en plena acera… This is Asia.

Avaricia: cómo (no) volverse loco con las compras
Bangkok puede ser el paraíso para los adictos a las tiendas, y es que te deja pocas excusas, hay precios para todos los bolsillos y estilos para todos los gustos. Desde pantalones fresquitos por dos o tres euros en puestos callejeros a montañas de camisetas por apenas 50 céntimos cada una en centros comerciales como el MBK. Si eres más exclusivo, paséate por el chic Siam Paragon, y si eres más místico, qué tal hacerte con uno de los amuletos que venden manteros alrededor del Gran Palacio.


Soberbia: sé de la jet set tomando un cóctel con vistas a los rascacielos
La capital de Tailandia es pura mezcla, de pequeñas barcas manejadas por jóvenes de torso desnudo por los klongs a fashion victims en los locales de moda. Y por eso me encanta verla desde las alturas, dejándote impresionar por su skyline al más puro estilo americano, pero siempre acompañado de sus insólitos toques asiáticos.

Bangkok también es la ciudad que nunca duerme.
Aunque hay muchísimos bares súper de moda en altos edificios (aquí puedes reservar una cena en un rascacielos) lo cierto es que también son muy caros, así que nosotras decidimos disfrutar de las vistas desde el bar de la planta 32 de nuestro hotel, el Amari Watergate. Chulo, ¿no?

Lujuria: bailes subidos de tono en Soi Cowboy
Uno de los barrios rojos de Bangkok se distribuye por la zona de Sukhumvit, alrededor de la corta calle conocida como Cowboy (tiene apenas 150 metros de largo pero son de pura intensidad: ladyboys, jóvenes caracterizadas, espectáculos de ping pong sexuales y mucho más).
La vía, inaugurada como tal en 1977, recibe este nombre en «honor» a un americano que instaló allí el primer bar picante, y que se identificaba por un sombrero de vaquero que siempre llevaba puesto. Si has estado en Ámsterdam, esto es mucho más fuerte. Decenas de mujeres en ropa provocativa se insinúan a los muchos guiris que acaparan su atención.

Para los más reticentes, yo creo que conocer una ciudad implica también saber de estos aspectos de ella, por eso fuimos y nos interesamos por estas chicas, sus posibles vidas y porqués. Aunque de antemano diré que lo cierto es que no se ven cansadas, ni deterioradas, sino nutridas y alegres, también comentaré que en nuestro afán informativo, una vez allí, intentamos entrevistar a una de las chicas, pero Lucía, después de pasar de una madame a otra hasta un total de cuatro, recibió un no por respuesta, así que… saquen sus propias conclusiones.
Mientras tanto yo me tomé una copa en uno de los pocos locales donde me dejaron entrar (en la mayoría el portero me echó para atrás por no ser hombre) mientras me entretenía con el espectáculo del Bar Coyote más salvaje.

Bueno, ¿qué te parecen estas siete propuestas? ¿caerías en la tentación?
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