Hace poco he tenido la oportunidad de recorrer Sri Lanka de la mano del turismo esrilanqués. Sé que es un país al que volveré con más calma para disfrutar de los pequeños detalles totalmente por libre, pero quiero seleccionar las 6 experiencias que más me han gustado de mi viaje y cosas imprescindibles que tienes que ver en Sri Lanka si está organizando unas vacaciones en esta mágica isla.

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Las 6 cosas que hay que hacer en Sri Lanka sí o sí
Sri Lanka es un destino variadísimo, tiene muchos monumentos de gran interés (especialmente palacios y templos), playas increíbles, una variedad de animales asombrosa y su té es uno de los más famosos del mundo. Así que habrá que jugar con todo esto si vas a viajar a Sri Lanka, ¿no? Anota mis favoritos que hacer en Sri Lanka:
1. Subir a Sigiriya, la Roca del León
Sigiriya es uno de los emblemas más top que visitar en Sri Lanka. Este yacimiento arqueológico erigido en el siglo V sobre una mastodóntica piedra, fue un gran complejo palaciego plagado de jardines y estanques, del que por desgracia solo conservamos sus ruinas. No obstante, se trata de un emplazamiento con gran magnetismo, que hace que todo el que lo descubra se sienta enseguida atraído por él.

Algo que resulta verdaderamente sorprendente es que la ciudadela se finalizó en tan solo ocho años, algo incomprensible teniendo en cuenta su remota y escarpada ubicación. Aunque en honor a la verdad, monjes budistas ya la habitaban antes de que Kassapa decidiese establecer su nuevo reino en ella. Desde 1982 Sigiriya es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Patas de león y vista de pájaro
Uno de los elementos que la hacen más reconocible son las dos grandes patas de lo que en su día fue un león gigante tallado en la roca, que nos abren paso a una escalera (en total de 1.200 peldaños) hasta la cima, que por cierto a vista de dron es aún más impresionante. Si no tienes se resuelve fácil con un paseo en globo.

A medio camino, puedes adentrarte en una pequeña cueva con pinturas murales de doncellas desnudas perfectamente conservadas; dicen que llegaron a existir hasta 500 frescos, pero cuando los monjes retornaron a Sigiriya casi 20 años después de la construcción del complejo, los eliminaron por desconcentrarles en su meditación. Una vez arriba es fácil hacerse una idea de la magnitud que alcanzó la edificación.

Recomiendo ir lo más temprano posible para evitar la masa de turistas y el sol, que se hace duro a mediodía. Llévate agua, crema protectora y sombrero.

A lo largo del recorrido vas a poder disfrutar de distintas perspectivas del peñasco. Pero si quieres tener las mejores vistas de Sigiriya, tendrás que subir a la roca vecina, la Pirudangala Rock.
2. Hacer un safari para ver elefantes en Sri Lanka
Otro de los platos fuertes de mi viaje a Sri Lanka fue el poder reencontrarme frente a frente con más de una decena de elefantes, como hiciera en el Parque Kruger de Sudáfrica. Aunque los elefantes de Sri Lanka no tienen nada que ver con los africanos (son bastante más pequeños y esta variedad asiática difícilmente desarrolla colmillos) son igual de adorables.
Hacer un safari para ver elefantes en Sri Lanka es una de las actividades imprescindibles. Hay varias zonas y parques nacionales donde campan a sus anchas y es fácil divisarlos (aunque nosotros incluso los vimos paseando tranquilamente por los arcenes de la carretera en dos ocasiones mientras recorríamos el país).
En nuestro caso en concreto visitamos el Minneriya National Park (aquí puedes reservar el safari por el parque). Cuando llegamos a los jeeps estaba diluviando y teníamos pocas esperanzas de verlos, pero al final, entre los goterones de agua empezamos a ver culos enormes como rocas y descubrimos a una gran familia de elefantes. Durante un par de horas descubrimos muchísimos elefantes, y al final incluso despejó. Una experiencia maravillosa, me enamoré especialmente de un pequeñín que me recordó a Dumbo.


La Oficina de Turismo de Sri Lanka nos llevó a Minneriya porque no es tan famoso como otros parques y las posibilidades de encontrar elefantes son altísimas. Seguramente el más conocido de todos es el Yala Park, porque además de elefantes, con un poco de suerte y si eres avispado puedes divisar leopardos (puedes reservar el safari aquí). Otros parques con elefantes son Wasgamuwa (en junio y julio hay osos bezudos) y Udawalawe (con una buena comunidad de águilas y otras aves majestuosas – safari aquí).
3. Visitar una plantación de té
La antigua Ceilán (hoy Sri Lanka) es el cuarto productor mundial de té, solo por detrás de China, India y Kenia. Casi nada teniendo en cuenta su pequeño tamaño. De sus 22 millones de habitantes, más de uno se dedica directa o indirectamente al té.
Este arbusto llegó por primera vez a Sri Lanka de contrabando desde China en 1824, año en que se plantó sin fines comerciales en el Jardín Botánico de Kandy. No fue hasta 1867 cuando el británico James Taylor se atrevió a adentrarse en la industria del té (aprovechando una plaga que se llevó por delante el otro gran cultivo, el café y aconsejado por el Sr. Lipton, ¿Te suena?).
Las condiciones de humedad, precipitaciones frecuentes y temperaturas frescas de las tierras altas del centro de la isla resultaron ser idóneas para el desarrollo del té, y pronto adquirió la fama internacional que mantiene, llegando a servir a la Casa Real Británica. La mayoría del té de Ceylon es negro (perfecto para el English Breakfast) aunque en menor cantidad también exportan verde e incluso blanco.
En Sri Lanka aún hoy día se recoge cada hoja de té a mano, tarea desempeñada sobre todo por mujeres (cada jornada embolsan unos 15 kilogramos cada una). Desde la independencia las fábricas y plantaciones no son británicas sino nacionales, y acercarte a ellas es una experiencia súper enriquecedora que hacer en Sri Lanka.


En nuestro caso visitamos Damro, con paseo por las instalaciones y cata incluidos, pero otras muy interesantes son la Blue Field Tea Factory o la Pedro Tea Estate. Aquí puedes reservar una ruta de senderismo entre plantaciones o si eres más comodón, un paseo en tuk tuk.
4. Nadar en una de sus maravillosas playas
Sri Lanka está realmente cerca de Maldivas, así que tiene playas preciosas y una fauna marina envidiable. Basta con coger una barca y hacer alguna excursión para divisar a poco de la costa ballenas azules, delfines o tiburones. La Bahía de Weligama es ideal para ello.
Además, algunas zonas son perfectas para practicar deportes acuáticos. Por ejemplo, los surferos tienen devoción por el área de Arugam Bay.
Nosotros conocimos la zona playera del este, de Trincomalee a Pasikudah y también la de Negombo. Esta última es genial para un baño antes de retornar a Colombo, gracias a su proximidad con la capital. Las dos primeras por su parte son muy auténticas, en ellas podrás disfrutar de la vida local de los pescadores faenando mientras disfrutas de sus cálidas aguas. En Trincomalee incluso puedes practicar buceo o hacer snorkel en la Isla Pigeon.

Otras de las mejores playas de Sri Lanka son: Unawatuna, muy cerca de Galle y considerada de las más bellas del mundo, Mirissa, a la que acuden cientos de tortugas a desovar durante el mes de diciembre y donde puedes ver cetáceos, Bentota, calmada y perfecta para el baño (o un paseo entre manglares), Beruwala, con su arena dorada o Ahangama, donde podrás ver a los pescadores zancudos en acción.

En Trincomalee dormimos en estas cabañas mirando al mar, en Pasikuda en este hotelazo en primera línea de playa y en Negombo en esta pasada de hotel entre la laguna y el mar (que por cierto, tiene la piscina más larga de Sri Lanka, de 100 metros de largo).
5. Conocer sus templos mezclando religiones
A pesar de su proximidad con la India, el 75% de la población esrilanquesa es budista. Por tanto, resulta obvio que sea muy sencillo encontrar templos budistas de lo más particulares a lo largo y ancho de su territorio. No obstante, en torno al 15% es hinduista y el resto un mix de religiones, destacando el islam y el cristianismo. Así que hay mucho templo chulo que ver en Sri Lanka:
Templos budistas de Sri Lanka
Sin duda para mí algunos de los más impactantes son los de las ruinas de la Antigua Ciudad de Poronnawua, patrimonio de la humanidad por la UNESCO y con razón (son alucinantes). Pero también el Templo de las Cuevas de Dambulla es sorprendente, así como dos templos muy próximos en Colombo: el Gangarama Seema Malakaya (sobre un lago) y el Gangaramaya Temple (que parece un anticuario).
Pero si tuviera que quedarme con solo uno ese serían el Templo del Diente de Buda, en Kandy. Tiene muchísimos devotos y es un lugar casi de peregrinación, pues dicen que alberga la reliquia de un diente del mismísimo Siddharta Gautama (Buda). Quizás me impactó tanto porque nuestra visita coincidió con el Día de Vesak (la fecha en que Buda nació y murió tras llegar a la iluminación), así que estaba hasta arriba de farolillos y familias llevándole ofrendas. Un must que ver en Sri Lanka en lo que a templos se refiere.

Otros templos religiosos que visitar
Cambiando de tercio, quiero mencionar el Templo Hinduista de Karowam, situado junto al mar, dentro de lo que en su día fue un fuerte portugués (recordemos que Sri Lanka fue colonia portuguesa del 1505 al 1687, aunque ellos querían el dominio del comercio, no del territorio). Es súper colorido y tiene una escultura gigante que lo hace muy reconocible. En su entorno hay muchos monos y cervatillos.
Dejando a un lado lo llamativas que son cualquiera de las iglesias cristianas que verás en el sur de Asia, quiero mencionar una mezquita muy especial, la Mezquita Roja de Colombo, situada en pleno barrio musulmán en el que por un momento te trasladas a Egipto o Marruecos.

6. Ver pasar el famoso tren de Ella
Una de las imágenes de Sri Lanka más famosas es la del tren de Ella pasando por el Puente de los Nueve Arcos (que por cierto me recordó al Acueducto de Glennfinan en Escocia), un fotograma idílico en mitad de la selva que te hace sentir salvaje y genuino. No os voy a mentir, yo también quería hacerme la foto, pero la verdad es que no sabía la aventurilla que representaba.
Ya lo contaré más detalladamente, pero para visitar el Nine Arch Bridge desde Ella puedes ir caminando por un sendero de unos 45 minutos o tomar un tuk tuk en el pueblo que te acerca bastante al puente. Nosotros tuvimos la mala suerte de que nos cogió una tormenta tan fuerte que tuvimos que parar a resguardarnos y la mayor parte del equipo se perdió el paso del tren.
Aún así, solo en puente encajonado en el tajo es impresionante, así como lo fue enfrentarnos a las sanguijuelas, un bichejo cuyo ataque ya sufrí en Borneo viendo orangutanes y que es bastante desagradable (aunque poco peligroso). Resulta que en época de tifones proliferan en los caminos que llevan al puente de Ella, y aunque conseguimos hacer la foto, más de uno acabó con una sangría importante jajaja. ¿Todo vale por captar el momento? No lo creo, aunque no me arrepiento.

Estos son los seis lugares principales que visitar en Sri Lanka, pero sin duda hay muchas otras que hacer interesantísimas.