Hombres, mujeres y niños «habitaban», porque eso no se puede llamar vivir, la cárcel Kilmainham de Dublín durante las revueltas de la independencia de Irlanda.
Igual daba haber matado a alguien o haber robado un trozo de pan, todos iban a acabar durmiendo en la misma celda.

Kilmainham, la huella del terror en Irlanda
Visitar la cárcel Kilmainham en Dublín
Un paseo por esta prisión es una vuelta atrás en el tiempo a una historia de horror no tan lejana, que aún refleja los vestigios del espanto vivido en los lamentos escritos por los presos en cada celda si te asomas por alguna rendija; llantos arañados en las paredes que muestran la desesperación del que malvive hacinado sabiendo que el sólo hecho de estar vivo unas pocas horas más ya es un regalo. En esas mazmorras, que están cerradas, no se ha vuelto a entrar.

Mirilla de una celda de la cárcel de Dublín
Cruzar aquéllo es regresar a un momento terrible donde sólo las celdas permanecieron imperturbables mientras sus moradores desaparecían sin poner un pie en la calle.

Escritos en las paredes de las celdas de Kilmainham
La visita (siempre son guiadas) comienza en la capilla de Kilmainham Gaol, donde narran la triste historia de cómo se casaron antes de ser fusilados los republicanos Joseph Plunkett (por participar en el Alzamiento de Pascua) y Grace Gifford, como última voluntad.

Capilla de la cárcel Kilmainham
De ahí se prosigue por un entresijo de pasillos oscuros, lúgubres y tenebrosos en el que sólo se distinguen las puertas que separan a un hombre de su libertad y lo enjaulan en un habitáculo prisionero. Allí habitaron como decía, confinados, todos los participantes de la revuelta de 1916.

Pasillos de Kilmainham – Dublín
No obstante, fue desde la gran hambruna de 1848 cuando la cárcel empezó a llenarse por pequeños hurtos. Vivir en condiciones inhumanas era algo que todavía muchos agradecían si podían llevarse un mendrugo de pan a la boca; pero la reclusión de los revolucionarios fue el culmen que llevó a atestar la prisión.

El frío se cala en los huesos en la cárcel de Dublín
A medida que avanzas por los corredores, ni el abrigo de plumas, ni el gorro, ni los guantes, impiden que el frío te atraviese el cuerpo, no quiero pensar lo que sería pasar un invierno allí donde el calor (con suerte) de una vela de noche, era todo lo que podía alentarte.
Si algo no había en sus muros era resquicio de esperanza.

Tenebrosos pasillos de la cárcel de Dublín
La sala principal, la más impactante, estaba cerrada durante mi visita, por reformas. Casi que lo agradecí, aquéllo era realmente espeluznante.

Sala Central de Kilmainham
La visita finaliza en el patio donde se llevaban a cabo las ejecuciones por el pelotón de fusilamiento. Ni siquiera aquí, al aire libre, hay notas de color. Durante todo mi recorrido fui haciendo fotos en blanco y negro y otras, en color, y al llegar a casa me di cuenta de que no importaba, casi no se diferenciaban, porque si esta cárcel era algo, era gris.

Patio de fusilamientos en Kilmainham
La Kilmainham Gaol es una visita imprescindible en Dublín, es dura y cruda, e incluso un poco morbosa, pero es un símbolo para todos los irlandeses de la lucha de sus compatriotas por alcanzar la independencia; de hecho, el último preso que fue liberado, Éamon de Valera en 1924, llegó a ser presidente de Irlanda años más tarde.
Esta prisión es un lugar lleno de historia y de realidad, que no deja impasible a nadie, te lo aseguro.
Aquí te dejo mis planes imprescindibles en Dublín.
2 Comentarios
Es increíble que hayan existido lugares así y por desgracia hay algunos países que tienen prisiones con condiciones parecidas. No aprendemos. Muy buen post.
Muchas gracias Quim, lo cierto es que llevas razón. Es descorazonador, y pensar que siguen pasando cosas así en la actualidad… peor aún. Como bien apuntas, no aprendemos ni queriendo…